Vivir sin la guía divina puede resultar en decisiones impulsivas y egoístas, que no solo nos afectan a nosotros mismos, sino también a quienes nos rodean. Las consecuencias de tales actos pueden ser profundas y duraderas, afectando nuestras relaciones, nuestra paz interior y nuestro bienestar espiritual. Es crucial reconocer la necesidad de volver a Dios, de buscar su perdón y su sabiduría para vivir una vida plena.